LA IMPORTANCIA DE TENER LA RAZÓN

Cfr. «La importancia de tener la razón» por Gonzalo Gisholt https://poesiaapoesia.blogspot.com/2023/07/la-importancia-de-tener-la-razon_21.html

Siempre he creído que querer “convencer” a alguien de algo es la peor vía para poder demostrar que se tiene la razón. Desde la antigüedad, los oradores analizaron, explicaron y propusieron las formas en que es más convincente transmitir una idea; el orden de su exposición, la coherencia de los argumentos, y por supuesto, el tono de la voz y el brío al momento de demostrar lo que se piensa, son puntos que constituyen la credibilidad que sostiene un discurso. Es por esto que entendemos que quien busca convencer, está buscando tener la razón.

La oratoria y la forma del discurso han sido las armas predilectas de los políticos, los militares y cualquier persona que no admita explícitamente que disfruta tener la razón, pero ¿no serían los políticos y militares, la misma y única persona que esencialmente busca tener la razón? Sin duda creo que lo son, pero las personas que buscan tener la razón no son solamente las pertenecientes a estas categorías de mandatarios, por lo que seguimos sin saber ¿quiénes son “estas” personas que buscan tener la razón? y ¿Cuál es el punto de la razón?

Muy personalmente, creo que la defensa de una creencia frente a otras mínimamente disímiles de las nuestra, es el pilar fundamental en esta batalla campal por “tener la razón”, porque yo puedo argumentar y defender ante alguien por qué la salsa de los chilaquiles debe ser verde y no roja, y no estar defendiendo necesariamente una estrategia bélica, ni defendiendo la inocencia de un poeta ante un tribunal que lo ha condenado por incitar la defensa de la libertad en sus poemas. Parece que tener la razón es una lucha por la imposición de una verdad demostrable con la intención, por supuesto, de ganar con argumentos que se sostienen del mito de la objetividad. Pero fiarse de esta razón no hace más que condenar al propio pensamiento a estar sometido por sí mismo al negarse las posibilidades de estar equivocado; porque estar equivocado supondría replantearse de nueva cuenta cuáles son nuestras creencias, de dónde las adoptamos y por qué debemos reproducirlas y defenderlas, o cuestionarlas y cambiarlas… solo para nuevamente volver a defenderlas hasta que su caducidad se vea agotada por su vigencia temporal, socio-cultural, o histórica.

Si hasta ahora me has leído con atención, podrás reconocer lo importante que es preguntarnos por la importancia de tener la razón, y aunque explícitamente no esté imponiendo ninguna idea o pensamiento, será evidente después de este par de líneas que mi intención ha sido demostrar que tengo razón en que convencer no es la manera en que tener la razón pueda justificarse, pero la razón tampoco será aquella que defienda contundentemente un juicio o una idea. Lo que aquí defiendo es que tener la razón no significa más que “ganar” mediante la exposición lógica, una serie de creencias e imposiciones personales, pero “la razón” es cuestionable desde que se estructura desde una persona que busca “ganar”, antes que ser leal a la propia razón. No obstante, la propia razón es uno de los tópicos predilectos de la Filosofía que, según dicen, no es posible sin el carácter que sostienen las personalidades soberbias, que por definición, son aquellas que ostentan el sentimiento de superioridad… Y entonces, volvemos al punto en que tener la razón, ser mandatarix en algún sentido y ser una persona soberbia, son la misma cosa. 

Tener la razón, sin duda, se demuestra a partir de saber exponer que se tiene la razón, pero ronda un peligro aquí cuando sabemos que no todas las personas tienen la razón, aún cuando sepan demostrar mediante exposiciones que la tienen. En esto, por supuesto que tengo la razón.